miércoles, 26 de febrero de 2014

¿Cómo se llega a ser artista contemporáneo ?


Velázquez, Cervantes o Píndaro no se propusieron jamás llegar a ser artistas, por la simple razón de que, en sus épocas y sociedades respectivas, no existía el estatuto de "gran artista profesional", no estaban institucionalizadas las instancias que conceden esta categoría.

El hecho de que ciertos personajes premodernos hayan llegado a ser considerados artistas es un hecho plagado de azares y, como tal, hijo de selecciones realizadas mucho después de que tales figuras estuviesen enterradas y sus  obras totalmente concluidas, y obediente a criterios estéticos y científicos completamente ajenos a sus conciencias, relacionadas, entre otras muchas cosas, con la "invención de la Historia del Arte" llevada a cabo por varias generaciones de profesores universitarios durante el siglo XIX y XX.
Picasso o Flaubert se identifican plenamente como artistas modernos, individuos que sí lucharon por ser artistas, bien porque en su contexto esta lucha era posible y estaban especialmente dotados para ella, bien porque ellos mismos contribuyeron a forjar la figura canónica del artista moderno, como es más bien el caso, el de Flaubert. A pesar de la distancia que hay entre estos dos ejemplo, el camino para llegar a ser "artista moderno" esta marcado
por "atentados simbólicos" contra el orden establecido de la representación que en el caso de Flaubert son ya para nosotros prácticamente imperceptibles, y, en el de Picasso están en vías de serlo.

Pero lo que distingue al artista moderno del premoderno es el hecho de esforzarse por hacer de la ruptura de las reglas una profesión respetable. De tal modo que podría decirse que el gran logro del arte moderno  reside en la creación de la institución arte como una esfera de la cultura separada y distinta, dotada de relativa autonomía en cuanto a sus valores y cánones de legitimación con respecto a las demás esferas, y asociada a entidades como los museos y las bibliotecas nacionales, las grandes galerías, la industria editorial y las facultades de Bellas Artes. Este termino tan equívoco "bellas" para diferenciar de las "plebeyas" identifica para los modernos el titulo de nobleza que distingue al "gran arte" (digno de ser conservado) del pequeño, que solo tiene la función de servicio.

Esto de "puramente artístico" ha resultado siempre algo bastante misterioso, el pensador moderno, definió este misterio, del lado del receptor como una extraña facultad llamada "gusto", que no se puede aprender, y del lado del productor como una peculiar disposición del temple anímico -el genio- en virtud de la cual la naturaleza da la regla al arte.
Seguramente el arte empezó a tornarse contemporáneo el día en que esta condición misteriosa pasó a ser directamente sospechosa, sospecha sobre todo lo que hoy quiera llamarse bello. Y aunque la queja más popular contra  el arte contemporáneo consista en acusarle de fealdad, quizá su más profundo feismo se relacione más bien con su rechazo de la belleza "placer subjetivo puramente artístico", hasta el punto de que podría decirse que se llega a ser artista contemporáneo a través de una carrera sembrada de "atentados simbólicos" que, ahora, ya no se dirigen contra el orden establecido de la representación sino contra el arte como institución, entre cuyos muros medio demolidos vive a su pesar el artista contemporáneo.


JOSÉ LUIS PARDO

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